Cada día pulsamos el botón de nuestro ascensor y nos dirigimos a nuestro domicilio. Muchas veces vamos cargados con bolsas de la compra, con paquetes de mensajería, con mochilas de los niños o con incómodas carpetas de trabajo. No reparamos mucho en él hasta que un día cualquiera el ascensor no funciona. Ese dichoso cartel informa de una avería y nos tuerce, casi irremisiblemente, el día.
El origen del ascensor
Se trata de un invento relativamente reciente, motivado por la imperiosa necesidad de subir cosas y/o personas. Se dice que el primer ascensor público se localiza en la ciudad de Nueva York, en el año 1857, lo construyó Elishá Graves Otis para unos almacenes de Broadway. Dicho ascensor disponía de un sistema de seguridad en el caso de desplome de la cabina. Casi en la tercera planta, se efectuaba una macabra prueba para demostrar que el sistema funcionaba para taquicardia asegurada de todos sus ocupantes.
Posteriormente se fue implantando en empresas y en domicilios particulares hasta convertirse en un elemento imprescindible a día de hoy. El ascensor más grande del mundo se encuentra en China y se emplea para elevar barcos de hasta 3.000 toneladas y barcos de hasta 112 metros de eslora. China también tiene el orgullo de disponer del ascensor más rápido del mundo, capaz de subir 100 plantas en unos increíbles 43 segundos. Maravillas de la ingeniería y la modernidad que nos hacen la vida más fácil.
Un buen servicio, más que necesario
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